miércoles, 16 de julio de 2008

Se acabó

Hubo un momento en mi vida en Miami en que algo se desarregló. Ahora estamos en Julio, han pasado muchos meses, todo muy rápidamente, aunque pareciera que no iba a llegar nunca.

Hubo un momento en que muchas cosas dejaron de tener sentido. No escribí más en el blog, así se quedó. Ahora ya es tarde para muchas cosas.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Me tienes frito

Señora X:

No me ocuparé de los condicionantes que te movieron a trasladarte, fugarte o exiliarte de esa isla que consideras una gran cárcel, y ni por un momento me atreveré a dudar que así sea. El caso es que viniste a Miami a buscar una vida mejor y acabaste siendo contratada para ejercer como profesora integrada dentro del Staff del Jorge Mas Canosa Middle School, vas a tener un hijo y tu marido trapichea de lo lindo con carros de ocasión, todo va viento en popa. Felicidades. Me extraña que te hayas vuelto una anticastrista furibunda, sobre todo teniendo en cuenta que escapaste con una visa de estudios hacia Méjico y de ahí te fuiste a la frontera estadounidense. Para tener una visa de estudios de Cuba hay que ser, cuando menos, de la confianza del régimen que tú denostas pública y repetidamente, y esto es algo que anoto aquí para que lo tengamos presente.

Recapitulemos: saliste de Cuba, viniste a Miami, te convertiste al anticastrismo integrista de la rama radical y ahora... ahora empieza la purga. Mal va a ir la transición cubana a la democracia si cuenta con reconvertidas revanchistas como tú estás empezando a ser, pero eso no me toca a mí juzgarlo, si acaso contemplarlo en el telediario. Te imagino con tu porte de portera paseándote por tu pueblo bien emperifollada, señalando con el dedo a los asquerosos colaboracionistas y presumiendo ante las antiguas vecinas de lo heroica que fue tu huida en pos de la libertad huyendo de la asfixiante que te resultaba el ambiente de degradación moral de la isla. Mirarás como distraída tu reloj imitación de Cartier de vez en cuando, que se note. O sea, te lo voy a decir claramente: ¿Por qué ostias no aceptas que viniste por que aquí se vive mejor que en Cuba y punto, como hacen los demás?

Estás preparándote para el examen de la nacionalidad, pues bueno, espero que te vaya bien y consigas el preciado pasaporte. Ahora, no sé que te están contando en esas clases a las que vas, pero sospecho que no se te ha ocurrido preguntarte a ti misma ni a tener opinión propia, que eso no es bueno. Demuestras ser de esas personas que no hacen distingos, los buenos, los malos, la vida desde tu punto de vista es fácil. ¿Qué dicen los oráculos? ¿Que el comunismo es el diablo? Pues ahí estás tú, que te has convertido en una especie de comisario político del pasillo de la segunda planta donde tenemos la dudosa suerte de tener designada un aula yo y unos cuantos cubanos a quienes tienes bien vigilados, no vayan a salirse una coma de tu nuevo ideario político, ese que te han enseñado. Ideario que sospecho que has aceptado tan limpiamente como en Cuba aceptaste el otro, por que es lo que tocaba. Y no olvides demostrar en cada momento lo muuuuuuy anticastrista que eres, no lo vayamos a olvidar por un segundo, pobres pecadores.


Tienes alma de cerril inquisidora tocinera de sal gruesa, para que negarlo, de cazabrujas al estilo McCarthy.


Tu marido es de Marianao, la Habana, y te cuento que en mi pueblo hay un barrio que se llama marianao y toda esa historia, que Sant boi está hermanado con Marianao y tal. Tu respuesta es: colaboracionismo. Los españoles no tenéis vergüenza. Otro día se ve que te dijeron que Zapatero era del PSOE y me viniste con el cuento de que los españoles somos unos comunistillas, esa fue la palabra que usaste: comunistillas. Todos, por supuesto, ya sabemos que tu no estás para distingos. Venga, los españoles a la hoguera, son todos iguales, menudo país. Y aluego se te ocurre lo de los hoteles cinco estrellas que hay en la isla y que son de capital español. Quien te explicará a ti que yo, o sea, fíjate bien a ver si esto lo pillas, que yo, un servidor, no tiene participación ninguna en el establecimiento de cadenas hoteleras en Cuba, que no tengo acciones de hoteles, que no soy el hijo del señor Melià ni nada de nada. ¿Y qué decir del día en que me pillaste con el señor S. recordando canciones de Silvio Rodríguez? Por poco no estallas de indignación, por que Silvio es comunista (alargando la i) y por tanto, a la guillotina todo él y todo lo que ha hecho. No intentéis argumentar con la señora X., cuando ella dicta que algo es comunista no hay nada que hacer. ¿Qué tiene de comunista –pregunté- lo de ojalá o lo del unicornio azul que se me perdió? Nada que hacer. Mensaje para Silvio: si lees esto empieza a temblar, por que como los que vengan sean todos como la señora X., lo tienes muy crudo. Ah, y lo peor es la encendida y siempre indignada declaración de la Señora X, extrañándose de que Silvio llegara a España, con los buenos cantantes que tenéis los gallegos (españoles): Julio Iglesias (oigh) que es como Sinatra (¿?), Nino Bravo, la Jurado y, cágate lorito, el Puma. Toma ya.

¿Pero como puedes ser tan inculta y, digámoslo sin ambages, tan cacho de burra? Eso además de casposa, ni te cuento. Y aluego esa cara de asco que pones.

A mi me mola provocarte y te cuento que cuando yo era adolescente había en mi pueblo una campaña de recogida de lápices para los niños de Cuba. Me interesaba comprobar cuál era tu reacción al respecto. No hay tiempo para la reflexión: colaboracionismo propio de comunistillas (¿a la guillotina?) La discusión subsiguiente fue interesante. Le pregunté si un niño no merecía tener un puñetero lápiz para escribir la p con la a, pa y todo eso. Pues según tú, o sea, según una profesora titulada, una profesional de la educación, va a ser que no, que eso es colaboracionismo, y ya sabemos las simples ecuaciones que hay en tu cabeza: colaboracionismo es caca. Pero coño, o sea, señora X., piensa un poquito, coño, por una vez. Eso si mencionar que si ahora disfrutas de un puesto de profesora (formada en las mejores escuelas de magisterio cubanas, por cierto) será por que alguien alguna vez te puso un puto lápiz en la mano, no sé si con acierto, por que para lo que te está sirviendo, pues vamos aviaos.

En fin, señora X., te lo digo claramente: me tienes frito.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Jerry Springer

Imagina la historia, sin duda altamente literaria, con todo lo que ello significa. Un enano enamorado de una trapecista. Hace tiempo leí un cuento sobre ello, uno de esos relatos difusamente amargados y terriblemente contemporáneos. Una noche de amor fingido, sucio, polvoriento, en un motel de Sacramento, camino de ninguna parte. Todos somos alguna vez, a veces indistintamente, a veces alternativamente, enanos ridículos o bellos y habilidosos artistas del vértigo del trapecio. En América nadie es nada y es muchas cosas, a veces indistintamente, a veces alternativamente, todo está por hacer, vives en las afueras, sonríes a los compañeros de trabajo y les mandas correos electrónicos con felicitaciones navideñas, les dejas unos caramelos en forma de alegre bastoncillo en su box, te compras un coche estupendo y potente, formas una familia por que es lo único real que tienes al alcance. No se admiten disidencias, para lo demás está la televisión: la liga NFL, carreras de la Nasdaq, videoclips de reguetón, California, el Grinch que roba la navidad, perros que hablan, vivimos en un país libre.

Pero el absurdo ronda, existe en demasía como para evitarlo, más aún, se le conjura en artificios catódicos, se trastoca su provocación lúbrica, dudable, pringosa, salvaje, demasiado cercana para no resultar atractiva, demasiado lejana para mancharse los dedos, inesperable y sobrada, siempre imperdonable y siempre ridícula.

Vivo a seis millas de la escuela. Algunas mañanas cojo el coche y salgo disparado hacia la 137 avenida, paso la BP, la esquina del Wendy’s, si tengo suerte apenas me paro en el semáforo de la 120 Street, atajo por la 112, entre las casas unifamiliares, hay que saber cuál es el recorrido adecuado para no quedarse atascado en algún lado. A las once y pico de la mañana recaliento literalmente lo que sea y como viendo Jerry Springer en TBS, canal 11.

Un enano sale de la puerta de invitados con un ramo de flores amarillas. Jerry Springer sabe que tiene que superarse a sí mismo cada día, qué sería si no de él. Uno piensa que no, hombre, eso no, que no puede ser que se aprovechen del pobre enano para su espectáculo absurdo y desquiciado, sin darse cuenta de que el absurdo no perdona a nadie por que, como la realidad misma, solo es una interpretación, vigila a ver como la cuentas. El enano es la carne desguazada, la esencia misma del patetismo de lo absurdo, de su irónica sonrisa desdentada y cerulenta. Flores amarillas, una camisa del Wal-Mart, un gesto simiesco, el enano afirma que está enamorado de una mujer y que viene a solicitar que ella le acepte. El circo abre el telón, el público lanza una ovación cariñosa, la maquinaria comienza a girar, alguien en un despacho de la cadena se frota las manos observando los monitores, el regidor enfoca el rostro del enamorado, uno piensa, bueno, hasta ahora no ha pasado nada. ¿Qué es lo que nos extraña? ¿Acaso no se puede enamorar un enano?

Aparece como un tifón una mujer entrada en carnes, se acerca al enano, le agarra el ramo, casi arrancándoselo de las manos, mientras el minúsculo hombrecillo se azora en hincar una rodilla en el suelo, comenzar su largamente ensayada declaración de amor por encima de todas las cosas.

No le da tiempo.
La mujerona le atiza con el ramo en la cabeza, varias veces, mientras el enano reacciona mal, confuso. Cientos de pétalos amarillos vuelan por el aire viciado del estudio de grabación, ovación cerrada del público, un segurata se acerca para apartar a la muchacha antes de que agarre por el cuello a la pequeña réplica de ideal romántico. Repuesto, se arranca la camisa y se golpea el pecho desnudo con rabia torera: “You say you wanted me” dijiste que me querías. Empiezo a darme cuenta de que el enano sabía que esto iba a pasar.

Y pensar que a Beckett le dieron el premio Nobel de literatura. Señores de la academia sueca, que poco ven ustedes la televisión americana, donde no hace falta más que frotar los escozores, purulentos sarpullidos, de personajes que pululan por el mudo mundo disimulando lo que pueden llegar a ser –lo que en esencia son- en sus quince minutos de fama. Lo importante es poner cámaras. Saberse filmado infecta e inflama lo que sospecho como algo inherente al ser humano: revolcarse en el barro de tus propias miserias. No hay catarsis posible, no hay absolución. Solo un clamor en el público –las jovencitas bien peinadas de la tercera fila que sonríen, el cincuentón de la camiseta 3XL con la bandera USA- queda al final de tanto desperdicio ajeno, ahí está, pudriéndose a ojos vista en alta definición a chorrocientos fotogramas por minuto.

La individua es interpelada por el moderador, quien le pregunta cuál es la causa de su enfado ¿Acaso no durmieron juntos una noche? Ah, cuan grato me resulta al oído el eufemismo, hay que joderse. VALE; ESTABA BORRACHA grita la tía, JODER, ESTABA BORRACHA, OSTIAS, y se indigna. Lo interesante es que un pitido se sobrepone a los fucks y los damned, salvaguardando nuestro delicado oído de vocabulario hiriente e inapropiado, menos mal, que sería si no de nosotros, y joder, ¿qué pasa si esto lo ve un niño? Pero tranquilos, estamos a salvo, menos mal. Mucho pitido, eso sí. La señorita que se emborrachó argumenta que su novio la había dejado y cayó en el alcohol, último recurso, siniestro y asqueroso, que la ha llevado a la degradación, como está viéndose. El público, en plan circo romano, la entiende y la perdona magnánimamente. Y uno piensa en lo mucho que debe haber bebido para... ¿pero es que no se daba cuenta? O sea, que les pasa a las tías, que les parece que decir que estaban borrachas resulta una excusa convincente para cualquier cosa. Mea en la calle, la graban y luego lo emiten en impacto TV. Respuesta: estaba borracha. Tiene pasta de dientes en el pelo, estaba borracha. (Lo peor es cuando beben y dicen que tienen ganas de “hacer locuras”.) Se lía con un enano por que le daba morbo y punto. Respuesta: estaba borracha. Fue un error. Todo lo que no conviene fue un error, estaba borracha, no sabía lo que hacía, yo es que con poco que beba se me va la cabeza.

El enano también está cabreado como una mona, (presuponiendo gratuitamente que las monas se cabrean) y le dice que gracias a ella ha descubierto una cosa muy importante en su vida. Silencio expectante. Él creía, o sea, hasta que ella dejó que su borrachera les uniera, él creía que era gay. Pero la muchacha de la cogorza le ha hecho ver la realidad de su orientación sexual.

Detengámonos un momento: un enano gay se lía con una regordeta bien aderezada de tequila... ¿Cuál es el puto problema? pienso yo. Estas cosas pasan, joder, quien soy yo para juzgar a nadie, más aún si con ello acabo descubriendo que nada me distingue de la masa informe de público que ulula en sus gradas.

Pero el espectáculo muestra sus bien trabados engranajes, esa pericia inquietante. Step 1: sale el novio de la muchacha, un afro americano con pintas de drogadicto hiphopero del Overtown. Hasta ahora, pobre de mi, solo habíamos asistido al prólogo. Lo bueno es ver al enano lanzándose con repentina saña a morderle los huevos al afro americano (más arriba no llega), acabando los dos revolcados por el suelo en indómita zarabunda de cuerpos disformes restregándose. ¿Debería reírme? Esta duda me acosa.

Fin de fiesta, happy ending: sale el novio del enano, que resulta que tenía novio, por que como ha comentado, es (era) gay. con toda la pluma de una almohada de plumas, el novio recrimina amargamente (esa mano tonta) que el enano en quien había depositado su “love and trust” quiera dejarle por esa “bitch”, quizás sin darse cuenta de que ya hacía tiempo que el enano le había dejado, creo yo que más o menos cuando decidió (solicitó) venir al infame programa para revolver bien la mierda de una vida –como todas- sin demasiado sentido, quizás con el pueril deseo de cambiarlo todo o de confirmar su triste pero real esencia. En fin, que el novio no tarda en darle un par de mecos al sufrido enano, que se vuelve a defender atacando furibundamente las delicadas partes bajas. En mi cole eso se consideraba deshonesto, pero dime tú a ver que te queda cuando eres enano y apenas mides un metro (3 pies según medidas anglosajonas).

A estas alturas, el público grita desaforadamente, que diversión, menuda locura.

Llega la hora, tengo que volver a la escuela a educar a los niños de los condos vecinos, los que irán al Publix con sus padres y me saludarán en el pasillo de canned meats, los que se pasan todas las pantallas de todos los juegos de la playstation, los que hacen orgías en los lavabos de la tercera planta. Tengo que coger de nuevo el coche, salir disparado hacia la 137 avenida, pasar la BP, la esquina del Wendy’s, si tengo suerte apenas me paro en el semáforo de la 120 Street, atajo por la 112, entre las casas unifamiliares... todo lo mismo pero al revés.

¿Que sucederá con el enano gay? ¿Se reconciliará con el novio plumero? (que por cierto, es bajito pero no enano). ¿Se cortará las venas mientras adolece en la bañera de un motel de Sacramento? ¿Nadie se ha dado cuenta de que la historia del enano da para una novela sobre lo absurdo de la vida contemporánea? ¿Todos somos enanos?

Un fulgor repentino y breve. Silencio. Presionando un botón el televisor se apaga.

Todo vuelve a la quieta calma en que vivía.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

A ver si me encuentras


Haz clic en la foto.
Nota: Si has leído el post titulado quien soy yo sabrás quien es S.

Reguetón

El locutor, aumentando unas octavas su habitual tono de entusiasmo generalizado y viva la pepa que acostumbran todos los locutores de radio fórmula, recuerda al ¿sufrido? oyente que Miami es la capital mundial del reguetón. ¿Que no querías reguetón? Pues toma cuatro tazas. En la omnipresencia del reguetón en locales de todas partes (ese Atarazanas arrabalero, ese suntuoso Santo que casi besas el suelo si te dejan entrar) hay una... ¿canción? que sobresale por encima de las demás. Movido por una curiosidad malsana, voy a pedir al lector de este blog que realice el siguiente ejercicio.

Instrucciones:

1. Lee la letra de la canción.
2. Reflexiona sobre las líneas subrayadas (por mi) además del conjunto de la letra.
3. Observa el video, ya para rematar.
4. Vota en la encuesta. Puedes añadir comentarios aquí si lo precisas oportuno.


ATREVETE POR CALLE 13

Atrévete, te, te, te
Salte del closet, destápate, quítate el esmalte
Deja de taparte que nadie va a retratarte
Levántate, ponte hyper
Préndete, sácale chispas al estárter
Préndete en fuego como un lighter
Sacúdete el sudor como si fueras un wiper
Que tu eres callejera, "Street Fighter"

Cambia esa cara de seria
Esa cara de intelectual, de enciclopedia
Que te voy a inyectar con la bacteria
Pa' que des vuelta como maquina de feria
Señorita intelectual, ya se que tienes
El área abdominal que va a explotar
Como fiesta patronal, que va a explotar
Como palestino...

Yo se que a ti te gusta el pop-rock latino
Pero es que el reggaeton se te mete por los intestinos
Por debajo de la falda como un submarino
Y te saca lo de indio taino
Ya tu sabes, en tapa-rabo, mama
En el nombre de Agüeybana
No hay mas na', que yo te vo'a mentir
Yo se que yo también quiero consumir de tu perejil
Y tú viniste amazónica como Brasil
Tú viniste a matarla como "Kill Bill"
Tú viniste a beber cerveza de barril
Tú sabes que tú conmigo tienes refill

Atrévete, te, te, te
Salte del closet, destápate, quítate el esmalte
Deja de taparte que nadie va a retratarte
Levántate, ponte hyper
Préndete, sácale chispas al estárter
Préndete en fuego como un lighter
Sacúdete el sudor como si fueras un wiper
Que tu eres callejera, "Street Fighter"

Hello, deja el show
Súbete la mini-falda
Hasta la espalda
Súbetela, deja el show, más alta
Que ahora vamo'a bailar por to'a la jarda
Mira, nena, ¿quieres un sipi?
No importa si eres rapera o eres hippie
Si eres de Bayamón o de Guaynabo City
Conmigo no te pongas picky
Esto es hasta abajo, cogele el tricky
Esto es fácil, estoy es un mamey
¿Que importa si te gusta Green Day?
¿Que importa si te gusta Coldplay?
Esto es directo, sin parar, one-way.


Yo te lo juro de que por ley
Aquí to'a las boricuas saben karate
Ellas cocinan con salsa de tomate
Mojan el arroz con un poco de aguacate
Pa' cosechar nalgas de 14 quilates

Atrévete, te, te, te...

http://www.youtube.com/watch?v=JLHuDDdo-90

sábado, 15 de diciembre de 2007

¿Quién soy yo?

Me sentía feliz, radiante como pocas veces, mientras rodaba por la US 1, para luego, en un golpe eficaz, preveyendo la aglomeración que comenzó por la 30 avenida, girar hacia Coral Way. Las decoración luminosa de las casas unifamiliares con jardín y grandes coches en la puerta, la radiante calle 24, la más bonita de la ciudad, con su inmensa iglesia griega ortodoxa y los restaurantes cubanos de alto copete, los rascacielos del Downtown en la cálida noche de diciembre. 1,50$ por pasar el peaje que hay a la entrada de Key Biscaine, y entonces el puente que sube y deja contemplar la más resplandeciente visión de la bahía iluminada, los edificios reflejándose en el mar. Tercer semáforo a la derecha, community center. La agregaduría de Educación de la embajada nos invitaba a la fiesta para profesores visitantes. Uno no sabe si imaginarse una escena con Ferrerorochers o un guateque con patatas fritas de bolsa chunga oferta 3x2 en el Publix. Al final resultó una cosa intermedia con cátering de restaurante seudoespañol y agregado cultural de sempiterna camisa azul celeste como invitado estrella. Esperaba ver a un montón de profesores de los que había perdido la pista hace tiempo, pero me encontré con los de siempre, los que somos de ir a estas cosas. Vino de rioja, cerveza San Miguel-donde-va-triunfa, fugaz aparición de jamón serrano, hola que tal, como te va en tu escuela, qué haces últimamente, cómo lo llevas. Vivir en Miami es duro. Resulta un lugar extraño. Sales al balcón de fumadores y contemplas la ciudad iluminada, la piscina azul más abajo, los semáforos y el gran árbol de navidad a la derecha y no puedes menos que pensar que no podías morir sin haber visto esto, sin sentir este momento de calma y de placidez, sentirte por fin a gusto con lo que eres y con donde estás, lejos del extraño silencio de los Hammocks y sus muros, sus parcelas, sus casas cerradas, sus farolas de luz amarillenta (¡amarillentas!) Todo pasa y todo queda, y a mi me queda un instante en el trópico, en mangas de camisa en pleno diciembre, contemplando el fulgor de una ciudad inquietante, un lugar altamente extraño.

Lo extraño te persigue, resulta inevitable pensar en cómo todas las cosas de este mundo se concentran en un solo punto desasido, tambaleante. S. concentraba todas las miradas, con su vestido rojo impactante, su escote, su extraña forma de maquillarse. A mi me alegraba verla feliz, integrándose en todas las conversaciones. Sabía que necesitaba esto, salir, hablar, respirar, tomar un poco de aire, encontrarse fuera de Hallandale Beach, reirse, escuchar anécdotas extrañas de visitas a la reserva de indios Seminole, añoranzas de Sevilla del auxiliar de conversación de la FIU, vivir. El día anterior habíamos hablado largo rato, en la hora en que los alumnos que compartimos estaban en la fiesta del Honor Roll recogiendo sus diplomas de empollones conspicuos. Ella me decía que no sabía si vendría a la fiesta por que el novio no la dejaba. S. lo está pasando mal, yo no sé si debería contar aquí su historia, que por lo demás es igual a tantas, tantas veces escrita, tantas veces contada. S no va a leer esto, sería mejor que no lo hiciera, el novio podría controlarle las páginas que visita, como le controla las llamadas del móvil, podría reconocer la inicial, algunos detalles, menudo lío, ya se ha montado otra vez la de dios. S. llega a la escuela ojerosa por que se pasa los días y las noches discutiendo, luchando por cada centímetro de libertad, por cada molécula de oxígeno antes de ahogarse definitivamente. S llora mucho, se vuelve pequeña cuando él llama, mira asustada el teléfono cuando suena.

Es problema suyo.

Es así de duro, así de real. Nadie la obligó, nadie la obliga, y nadie puede hacer por ella nada que ella no haga. Nadie podrá nunca convencerla de que el amor no es esto. Puede ser muchas cosas, pero esto no. Vamos, digo yo, que sé pocas cosas, y me considero bastante gilipollas en bastantes aspectos. Hasta ahí, sin embargo, llego. Que te dice la ropa que tienes que ponerte, que te manda esperarte en casa hasta que el vuelve del trabajo a las nueve de la noche y enciende la tele, que no te deja salir con nadie, que te grita, que te mira con desprecio, que le tienes un miedo cerval (qué palabra más extraña). Problema tuyo. Puede ser una especie de sarampión que cierta gente tenemos que pasar, aquí el menda con una hija de puta de Sabadell como ejemplo. Por que solo te pasa lo que permites que te pase y por que cuando dices que en verdad le quieres pero que no has sabido hacerle entender que tiene que cambiar, que en el fondo es bueno, vaya, esto parece la peli de te doy mis ojos. Tía, S, o sea, no sé como decirlo, te lo mereces. Así de simple. Nosotros, los profesores visitantes, los que trabajamos contigo te hemos visto sonreír, podemos decir más que aquel-que-tiene-que-cambiar.

A las once cerraban el Community Center, y los salones de con sillones de mimbre y profusos cojines, las paredes con cuadros de marinas elegantes y azules, el reluciente mármol y los estilizados jarrones con flores secas y ornamentos orientales, todo quedaría pronto inundado en la más produnda oscuridad. S desapareció, la había visto hablar por teléfono en una esquina del balcón, reconcentrada en ella misma. Recogimos los restos de tortilla de patatas, ensaladilla rusa, botellas vacías, algo de embutido, manteles blancos. Despedidas, besos, ¿vuelves a España en Navidades? Ya nos veremos después de las vacaciones.

Diego y yo quedamos en South Beach, entre la doce y Euclid. Tenía ganas de ver a Eli, su sonrisa, de hablar de temas profundos haciéndome un poco el interesante, de verla bailar salsa, y que me arrastre a la pista y me haga dar vueltas , de decirle que siento que me va sumando y restando puntos (puntos positivos, puntos negativos) y que me acepte como soy, que no me diga más que aún no nos conocemos, que me deje llevarla a casa ahora que no tiene coche y para mi no es un problema hacerle el favor, que sea lo que sea que salga entre nosotros estoy contento de haberla conocido y quiero seguir conociéndola.

Aparco en Meridian, bajo los inmensos árboles del paseo y llamo a Diego. Está con S y con el sr. Delgado. Todavía están en el párquing de Key Biscayne, siguen intentando decidir si vendrán a la playa. Me pasan el móvil, hablo con uno y con otro, menuda confusión, bromas inacabadas, cometarios jocosos, mucha risa tonta. Parece que vienen, así que les digo que voy a esperar aquí. Supongo que serán veinte minutos a lo sumo. Bajo a Washington a comprar tabaco en un supermercado de esos que sobreviven entre las discotecas superguays donde las imitadoras de beyoncé esperan en la cola a ser elegidas para ingresar en el convento de la noche con sus botellas de tequila a 300 dólares (yo lo he visto). Acabo en Ocean Drive, paseando por la vereda del mar, la música a lo lejos, tras los coches de lujo aparcados en doble fila.

Eli sigue en Brickell, dice que duda de que vengan a South Beach, me siento en un banco del párquing. Llamo a Diego a ver si vienen. Llamo a Mr. Delgado, llamo a S. Nadie responde, vuelvo con la ronda de llamadas. Diego ya está en su casa. Voy allí. Me cuenta que tenían a S. medio llorando en el párquing, no había manera de irse. Mr. Delgado acaba de aparcar en Alton Road con la 11. Cuenta que S. estaba fatal, arrasada de lagrimones, preguntándole que qué creía él que era el respeto; el respeto como concepto. Él llama, le dice que está en Key Biscayne, a una calle de dónde ella está. Con gesto de pánico, le dice a Mr. Delgado, tapando el auricular, que se vaya, vete, ¡vete QUE SE PONE MUY VIOLENTO! Y Mr. Delgado se va por no empeorar las cosas, siempre por no empeorar las cosas.

Comentamos lo sucedido de camino al Buck 15, recriminamos, nos lamentamos de que pasen estas cosas, coincidimos en que es la misma historia mil veces contada, y ya está. Vamos, que ya está. Pasamos Lincoln Road, comentamos la profusión de silicona en el personal femenino, nos sonreimos al ver al tío con faldas que baila ridículamente junto a un banco, el plato en el suelo. Acabamos esperando sentados en un reborde a que nos dejen entrar en el antro. Suena el teléfono y me palpita el corazón pensando a ver si va a ser Eli, qué bonito que me llame. No era Eli, era S. No escucho bien. Suena una voz de hombre diciendo mi nombre. Se corta, vuelve a sonar, la misma historia. Miro a los dos colegas y les digo que un tío me está llamando con el teléfono de S. Concluimos que el novio debe haberle pillado el móvil y habrá visto mis dos llamadas perdidas, que ahora se dispone a ajustar cuentas. ¿Qué le digo? Ellos me repiten que no empeore las cosas a ver si la va a arrear. Siempre lo mismo, no empeorar las cosas, no empeorar las cosas, es lo mejor, no empeores las cosas, que la metes en un lío, que a ver si la va a zurrar.

Me siento gilipollas, más gilipollas de lo normal, me refiero. Y me pregunto por que a mi, que he hecho yo para merecer esto. Vuelve a llamar, esta vez con un número extraño. Me pregunta que quien soy y yo, yo, no le dije que a ver quien coño era él, que a ver quien coño era él para llamarme a mi, a estas horas de la noche. Da igual, me informa de que es el novio de S. Es un ser despreciable, y aquí, a la puerta del Buck 15 le tenemos muchas ganas, nos sentimos los tres indignados y le daríamos una somanta de palos, por cabrón y por hijo de puta.

Uno nunca sabe cuanto se puede deformar la realidad, iba a decir que en una mente enferma, pero la realidad se deforma por que no es real, solo una apreciación, y Miami es un lugar extraño donde pasan cosas extrañas. El novio me informa de que HA TENIDO que ir a Key Biscayne por que su querida S. estaba muy mal, y que se la ha encontrado llorando en el párquing, QUE A VER QUÉ LE HABÍAMOS HECHO. Alucina vecina. Que si había tomado mucho alcohol, por que, ja, es que no se la puede dejar sola. O sea. Tapo el auricular. Le canto las cuarenta, le digo a los otros, le canto las cuarenta. Que no, me dicen, que no, que va a ser peor, invéntate una excusa, haz el paripé. Sí, pero soy yo el que tiene que escucharla llorar al fondo, mientras el señor novio tiene su teléfono en la mano e inspecciona las llamadas perdidas y me dice que a ver quien soy yo. ¡QUE QUIEN SOY YO! y que por que llamo tanto a S. Por que sabe, ojito, sabe que la he llamado antes, algún domingo. Me siento un miserable, una escoria, y creo que no lo merezco, cuando balbuceo que la llamaba por que había una botella de vino que sobraba -S. llora al fondo, puedo oirla- a ver si se la quería llevar, y que el agregado se había olvidado de darle un papel. Que soy un compañero de trabajo -S llora al fondo- y que las otras veces la había llamado para decirle lo que íbamos a hacer en la clase que comparte conmigo. Todo lo cual no es del todo verdad. La llamaba por que es un ser humano, y por que me caía bien. Pero ves tú a decírselo, no vaya a ser que empeores las cosas. El novio me dice que yo no tengo que llamarla para nada, que el Domingo no es día de trabajar. Y yo que soy un gusano miserable, un cobarde indigno y pisoteado –juraría que S. llora al fondo, me aturde ese llanto agudo, persistente, intento distinguirlo, no sea que me confunda – yo que soy todo eso y no necesito que un chuloputas me lo recuerde, yo le digo que sí pero, bueno, yo, claro, es que, claro, sí, ya, no si yo te entiendo.

Aunque los colegas me repitan que hice bien, argumenten, intenten reconfortarme, lo siento, pero no puedo quitarme de la cabeza que yo no merecía sentirme así, tan ridículo, tan miserable, tan cobarde. O sí, quien me mandaba llamar a S. ni a nadie, que me han salpicado con toda su mierda, así de lleno, y ahora tengo que ocupar una parte de mi mente en decidir si me lo me tenía bien ganado, por ser como soy o por no ser lo que no soy o lo que no he sido o yo que sé. El caso es que yo estaba tan contento con mi noche de viernes, y ahí vienen esos a revolcarme en su ciénago infecto, ese en el que están ellos ahogándose.

El Buck 15 está extraño, no divisamos a la tía que empuja a los incautos, sí aparecen la camarera rubia, las parejas enamoradas que se besan en los sofás, las hembras que perrean en la pista, que se abrazan entre ellas, felices y alegres, que derraman la cerveza sobre sus vestidos, las niñinas algo borrachas que bailan sobre los sofás, los tíos con gorra de beisbol fumando en una esquina, el perdido con gafas de pasta y camiseta de Keane. Pero no es lo mismo.

Volvimos pronto a casa.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Tres versos

Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.

Gil de Biedma

lunes, 10 de diciembre de 2007

El desierto de los Tártaros

El teniente Giovanni Drogo tiene como primer destino una lejana fortaleza que defendía el lugar donde antaño los tártaros atacaban el país y hogaño es un lugar destinado a esperar y a desesperar esperando que algo suceda entre la rigidez de las normas militares y la soledad absoluta y repetitiva de un lugar que está, ya, fuera del mundo. El teniente Drogo tiene la posibilidad de salir de allí, pero decide quedarse esperando el momento de que le lleguen las glorias militares, la lucha, la guerra. Los personajes con el transcurrir del tiempo y la inutilidad de sus acciones se han ido convirtiendo poco más que sombras que deambulan por las tétricas dependencias imaginado actos heroicos para los cuales consagraron sus vidas…

Todas las noches se sueña con que aparezca el enemigo para que tenga sentido todo aquello: todos los amigos perdidos, todos los días perdidos, todo el amor perdido, todas las alegrías perdidas,…todo aquello que pasó y ya nunca volverá. Así que se necesita, ¡debe! venir el enemigo (como pudiera venir cualquier otra cosa, como podría tocar la quiniela, o la lotería, o como podríamos volver a tener 15 años y haber decidido otras cosas)…pero se suspira por una sombra huidiza o un nube sospechosa que muestre a ese enemigo …en eso se ha quedado todo…en nubes y sombras..

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Ah, pues va a ser eso...

Hay diferencia entre las personas según el grado de novedad que necesitan para vivir satisfechas. Están los que trabajan años y años en una misma empresa, hasta jubilarse con homenaje y reloj de oro, y están los que prefieren tentar a la suerte cada dos años, poco más o menos. Algunos viven toda la vida en la casa en que nacieron y otros cambian de ciudad constantemente. Por más que nos extrañe y opinemos esto y lo otro acerca de sujetos tan diferentes de nosotros mismos, es tan inútil tratar de cambiar la forma de ser de un sedentario como de un aventurero. Por que muy probablemente sus querencias son en gran parte innatas, entre ellas la cantidad de estímulos que necesitan para vivir contentos.

En los últimos tiempos se viene discutiendo mucho la hipótesis de que determinada especie de receptores de dopamina en las neuronas influye en la cantidad de excitación que una persona necesita en la vida. Según esto, la curiosidad insaciable sería un rasgo de personas cuyas neuronas tienen pocos receptores del tipo D2. Esto último afecta a la cuarta parte de la población, aproximadamente, en cuya dotación hereditaria existe un gen mutante que limita la expresión de dichos receptores. Las neuronas de estos sujetos no responden bien a la dopamina, o digamos que sus cerebros no aprovechan debidamente el neurotransmisor en cuestión. En consecuencia, necesitan dosis más elevadas para llegar a sentirse en equilibrio. Esos son los temperamentos aventureros o simplemente inestables, capaces de ir más lejos que otros con tal de procurarse los niveles necesarios de dopamina. Buscan estímulos y el cosquilleo de nuevas excitaciones. El consumo recreativo de drogas también obedece a esa necesidad de aumentar la secreción de dopamina.

Die Glüksformel oder Wie die guten Gefühle entstehen.
Stefan Klein

Sur

La Herradura, Salobreña, Motril, Albuñol, Pulpí, Cuevas de Almanzora, Vera, Garrucha, Huércal, la Mojonera, Humilladero....

Llega el momento decisivo en que un número puede cambiar mi vida, magnífica lotería, y cuando reviso el mapa de Andalucía que me dieron en la oficina de turismo de España, en Brickell Avenue, me imagino en cualquiera de esos lugares, sopeso las condiciones, el acceso a las principales comunicaciones, cómo serán los niños, qué coño hay cerca de lo que será mi nuevo hogar.

Tíjola, Overa, Órgiva, Yunquera, Puebla de Cazalla, Casabermeja, Colmenar, Campillos, Zafarraya, Sanlucar la Mayor, La palma del Condado.....

Llega el concurso de traslados y me palpita el corazón fuertemente, de una manera inexplicable. Me dejan elegir, debiera advertir beatíficamente, no puedo decir que me fuerzan, pero maldigo y me maravillo a la vez por este maléfico proceso que se mueve por resortes inextricables y descabellados.

Mancha real, Santiago de la Espada, Benalmádena, Almuñecar, Adra, Manilva, Benamejí, Rute, Iznájar, Alhama, Cómpeta, Vélez-Málaga...

Ya he descubierto que la fortuna no favorece a los valientes, que cuesta mucho andar de un lado a otro, que añoro esa sensación de llegar a casa, por mucho que me descubro incapaz y me adivino en errante travesía, siempre perdido, siempre nómada de ninguna parte a cualquier sitio. Por que quiero descansar, llegar a una isla después del largo naufragio, agarrado a un poste en medio del mar extenso e inabarcable.

Estepona, Guadiaro, Archidona, Antequera, Cañete, Benoaján, Cortes de la Frontera, Ronda, Antequera, Osuna, Nerja, Torremolinos, Rincón de la Victoria...

Llegar a algún lugar que no me parezca extraño, dónde no despierte preguntándome por un segundo dónde coño estoy, dónde no me envuelva esta sensación de estupefacción, este sentirme ajeno, este desapego. Una estantería donde dejar todos los libros que no volveré a leer, las fotografías enmarcadas de otros lugares que una vez soñé visitar, ciudades cosmopolitas, un leve recuerdo agradable, un sillón donde pueda sentarme a añorar lo que nunca he vivido, un armario donde amontonar lo que se me desprende del alma.

Cañada, Las Norias, Albolote, Churriana, Chimeneas, Gabia la Grande, Calañas, Bollullos, Niebla, Cortegana, Baeza, Bailén, Jabalquinto...

Simplemente llegar, acabar ya con esta desazón sin continente ni contenido, con esta sensación de ser más pobre que nadie en este mundo, ser lejano, ser sin ser en ninguna parte en concreto y en muchas alguna vez, extraño peregrino, fugitivo extraño, viajero sin rumbo. Un lugar donde volver, como Ulises, mi Ítaca soñada.

Cártama, Coín, Villacarrillo, Algarrobo, Cala del Moral, Bormujos, Villanueva de Algaida, Mojácar, Cabezas de san Juan...

Pero solo tengo cenizas y polvo... y la certeza de seguir viajando sin poder detenerme a descansar.


Durante muchos años
sin reparar en gastos
he recorrido muchos países,
he visto las montañas más altas
y los océanos.
Lo único que no supe ver
fue el brillo del rocío
en la hierba del patio de mi casa.

Rabindranath Tagore

martes, 4 de diciembre de 2007

Happy Hour

Eres una mujer especialmente atractiva. Tú lo sabes y yo lo sé, y tú sabes que todo el mundo lo sabe, por que eres exótica y joven y tienes unas tetas impresionantes y bonitas, y la piel cobriza como de caramelo y te pone escotes que te favorecen y te maquillas solo levemente, por que no necesitas más, sabes que eres intensamente apasionada, un punto alocada, solo lo que toca para ser diva y chic, te ríes escandalosamente y tienes amigos interesantes con los que te dedicas a poner a caldo al resto del staff escolar durante el Happy Hour del Chili’s. Y pienso como puede ser que una mujer como tú considere que el Chili’s, en la triste Kendall Drive un poco antes de llegar a la Turnpike, es una maravilla de sitio mientras trasego un Strawberry Margarita del dos por uno e intento no fijarme demasiado en la manera en que me acaricias la mano coquetamente para indicarme que me vas a traducir uno de los comentarios malévolamente picajosos del Indiogay plumífero. Podrías estar en cualquier otra parte, algo más lujoso, mejor iluminado, ajeno al olor de patatas fritas y picante del Chili´s de Kendall con la 127, puente de la Turnpike Quizás te faltaría ser un poco más alta, aún más exótica, más carnal todavía, pero ese es tu reino, por que ahí estamos adorando tu don de gentes, tu simpatía innata, y sonreímos cuando haces el sonido del látigo al hablar de como tu novio está loco por ti, lo cual no te impide comentar, pobre de mi, que lo que más te deja disappointed de la escuela es que no hay cute guys. Pero te rindo pleitesía, te adoramos, yo y la chica de quien alabas el cutis, y el Indiogay y la profesora de danza que quiere ocultar que siente que está entrando en esa edad peligrosa en que empieza a ser demasiado madura para dejar de ser divorciada, y la chica que se tiene que ir por que la Babysitter ha quedado para ir a un concierto de rock. Tienes soltura y gracia casi innata, y si no la tienes nos reímos igual, por que eres un poco todos nosotros y nos comprendes y amas con maternal ternura para hacernos sentir tu cercanía y emocionalidad latente, y no podemos más que admirarte y responder que sí, que hay que repetir esto, esta gran tradición norteamericana de salir del trabajo e irse a un bar-restaurante de la cadena Chili’s a ponerse tibios de margaritas con sabor a fresa que están a dos por uno mientras comentamos la vida de los demás con indolencia y solo un poquito de crueldad malsana, y brindamos por el próximo marido de la profesora de danza sin que ella lo sepa, para luego volvernos a casa y encender la tele a ver que echan. Las mesas de alrededor van siendo ocupadas por parejas de novios que piden platos de costillas y pollo y quesadillas, y ya ha oscurecido, siempre demasiado pronto, y va siendo hora de irse. Me quedaría contigo, me pregunto a donde irás, cuál será tu reino, te imagino dominando desenfrenadamente la noche, bebiendo tequilas en la excitante oscuridad de una discoteca del Downtown. Me encantaría que me llevaras en tu coche y ver las luces de Miami, los letreros iluminados las farolas, los faros de los coches sobre el asfalto y poder hablarte de mi vida por una vez sin mentirme a mi mismo y sentirme reconfortado por esa manera que tienes de escucharme por mucho que me repito que no eres real como ninguno lo somos, pero tú más, justamente por que has creado esa imagen de perfección que, para este pobre y humilde carnal a quien regalas tu sonrisa, deslumbra demasiado.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Ejercicio semiológico

Traducción adaptada, sección estampas de la vida americana, legajo 4367A, carpeta 327CBF.

Sujeto analizado nº 1: Sticker in the bunper of a car = pegatina en el parachoques de un coche.

Mensaje lingüístico: MY SON IS IN IRAQ. ENJOY YOUR FREEDOM

Mensaje icónico: silueta de un soldado con fusil en ristre.

Contenido semiológico desglosado:

- MY SON: Mi hijo. Yo, como buen americano, he formado una familia como Dios manda, lo cual, como cualquier zopenco sabe, es la base de esta sociedad que tanto amamos.

- IS: Está. No es, no. Está, que es diferente. Podría estar en cualquier parte, pero resulta que no está con la familia, que como cualquier zopenco sabe, es la base de esta sociedad que tanto amamos.
-IN IRAQ: Ese puto infierno lleno de jodidos moros terroristas asquerosos que se tienen muy merecido que nosostros, que nos hemos erigido como guardianes de la paz y el progreso les demos bien por el culo.

- ENJOY: Eso, tu disfruta, hala, a pegarse la vida padre atiborrándote de hamburguesas y pasteles de canela.

-YOUR FREEDOM: ¿Trabajas como un negro para poder pagar esa vida de consumismo acelerado que llevas? ¿Te pasas unas cuantas horas al día metido en infernales atascos con tu coche superguay que consume un galón de gasolina cada 25 millas? Pues a eso se le llama libertad. Eres libre. Luego hay que pagar las facturas, pero a cambio eres libre para decidir si vas al Mc Donalds o al Burguer King, e incluso puedes ir con quien a ti te de la puñetera gana y por si fuera poco, eres libre para pedir la doble hamburguesa con queso o la triple sin cebolla ¿QUÉ MÁS QUIERES, COÑO?.

Contenido semiológico global: MY SON IS IN IRAQ. ENJOY YOUR FREEDOM: O sea, que mi hijo, que es una parte de mi queridísima familia, (y la familia es lo que más valoro en este mundo), está luchando como un bendito por mantener la paz en el medio oriente y darle por culo a esos putos terroristas sarracenos que amenazan nuestra nación con su puto fanatismo, mi hijo está en ese puto infierno cumpliendo un servicio a su patria, honrando su bandera, dejándose la piel para DEMOCRATIZAR a ese atajo de salvajes por las buenas o por las malas. Mientras tanto, tú estás tan ricamente, poniéndote tíbio de costillas de vaca en el Sports Grill, viendo como los Miami Hurricanes se dejan dar por el culo por los Red Sox. Tú estás tan jodidamente a gusto con tu familia en tu casa de las afueras que han construido unos inmigrantes ilegales por cuatro duros mientras mi hijo está ahí luchando para que puedas tener gasolina para llenar tu pedazo de 4x4 que te has comprado y encima es JAPONÉS, que ni siquiera has tenido la PUTA decencia de comprarte un coche americano, cagüentó. Pero no voy a ser yo quien te diga lo que tienes que hacer o lo que tienes que pensar, no. ¿Y sabes por qué? Pues por que este es un país libre, con un par de huevos, coño. Y si quieres ir por ahí diciendo que no entiendes por que sigue esta guerra, recuerda, ojito, recuerda que si vas diciendo eso por ahí es por que estás en un país LIBREEEEEE. Y como es un país libre, aquí cada uno puede opinar lo que le de la puta gana, y no voy a ser yo quien lo niegue, porque para liberal, el menda. Eso sí, no te confundas ni por un momento, pero oyes, ni por un momentito. Que si tu eres libre, que si tienes libertad para opinar las gilipolleces que a ti se te ocurran, eso no es gratis, no. Eso se paga. Y mi hijo está pagando con sudor, sangre y mucho más patriotismo del que un cacho de desgraciado como tú podría jamás llegar a tener. Por que mi hijo está en Iraq dejándose las pelotas mientras el tuyo lo mismo está por ahí endrogandose y escuchando rocanrol. Y esto te lo digo para que te remuerda la conciencia y te sientas como la puta escoria antipatriótica que eres, cacho cabrón derrotista. Eso sí, tu disfruta.

Nota del traductor: quien no haya captado la ironía del texto que se abstenga de dejar comentarios.

domingo, 25 de noviembre de 2007

La parca

Era muy tarde, clareaba ya la mañana del sábado, en esa hora frustrante en que es muy tarde para seguir bebiendo y muy pronto para cualquier cosa. Estaba cansado, sentía el peso del sueño mientras intentaba mantenerme en mi carril. Hacía falta un ingente esfuerzo. Las calles se alargaban indolentemente, parecía que no se acababan nunca.

Entonces la vi. La parca. El coche de la víctima había chocado con una valla en el cruce entre la 137 avenida y la 104 Street (la mía), para acabar empotrándose contra un muro de bloques de hormigón. Unos enfermeros portaban una camilla en la que cargaron a peso el cadáver, para después taparlo completamente con uno de esos ridículos plásticos que ellos usan tanto. Había llegado la negra hora. Sonrisas, amor, recuerdos, penurias, todo había acabado para alguien que vivía entre Kendall y los Hammocks. Eso sí, sin salir del coche, como todo en este país.

No han pasado ni 24 horas y con la constancia y laboriosidad inexorable que la caracterizan, la parca ha vuelto a este humilde barrio de urbanizaciones con ínfulas. Un coche de bomberos ha parado frente a este apartamento, seguido por un vehículo policial, ambos con gran profusión de luces azules y rojas. Han entrado en un apatamento mientras se ponían unos guantes de vinilo, y han vuelto a salir con una camilla en la que reposaba un cuerpo inerte.

La parca ronda por estos lugares, como por tantos otros.

"Sólo se mueren los muertos... El que ha vivido deja tras de sí la vida. Mientras que quien ha vivido sin enterarse de lo que es la vida no deja nada."
Luis Goytisolo

sábado, 24 de noviembre de 2007

Publix




El Publix parece un lugar anodino, con sus estanterías repletas de productos saturados en colesterol, sus cajitas con comida precocinada, las neveras llenas de pavos grandes como calabazas, sus congelados y su pastelería en que abunda la crema para que se derrame por entre la comisura de los labios de los seres anodinos que transitamos perdidos por los pasillos, calibrando las cualidades de un paquete de Sweet Ham de Premium Meat sobre otro que es poco más caro, sopesando si debemos aprovechar la oferta de 24 latas de cerveza Busch o seguir siendo fieles a nuestra Budweiser Select, dudando si debemos dejar rodar el carro por la sección Ethnical Food o no. El Publix es un extraño recinto de luz lechosa, donde los alimentos se apilan de forma ordenada para la contemplación del cliente. El campanilleo de las cancioncillas navideñas se convierte en nuestro propio ritmo, y así vamos de un lado a otro sintiendo que el tiempo no pasa, que nada existe ahí fuera, en el mundo de palmeras y asfalto. El Publix es un ser inerte, como un pulmón colgado de un gancho.

Hace tiempo que me fijo en ti, no sé si lo sabes. Disimuladamente, entre los pasillos de refrescos y patatas fritas, oteo el horizonte, que se pierde en la sección de fruta y verdura, por si por un casual te veo. Ya tengo el método muy afinado y solo voy hacia las ocho de la tarde, cuando hay menos clientes. Aún así hay veces que no te hallo. Entonces me entretengo –se me va la vista- intentando adivinar si a la mujer extraña que viene del gimnasio de al lado (esas mallas apretadas, esos músculos, ese cuerpo fibrado) se le va a salir una teta al dejar el paquete de cereales en el carro. Es algo que ya ha pasado y estos ojos que se va a comer la tierra lo vieron. Ahí estamos los que estamos, la señora reteñida de la caja seis, la mujer gorda como ninguna que llena la cesta con la que se pasea, la chica afectada de acné virulento que está en el mostrador del Customer Attention, el abuelo que empuja los carros, el chaval que repone los bidones de leche, los yogures, las latas de guisantes que ahora están en oferta. A veces estás tú, y a veces estoy yo. Te miro y no sé por que estás aquí. Tampoco sé por que estoy yo. Eres guapa y espigada, quizás no sepas que podrías estar en cualquier otra parte, regalando al mundo el brillo de tus ojos castaños. Te imagino en el catálogo del JC Penney, foto a todo color en la sección Young Lady, con una blusa en seda negra por 33,49$ mientras duren las existencias.
Hace unos días, cuando te vi en el mostrador del tabaco, acudí solícito a comprar un paquete de Winston al prohibitivo precio de 3,24$, solo por saludarte cuál rendido admirador.

Me sonríes cuando te saludo y me preguntas cómo va todo. Y te digo que bien, se va tirando, aquí estamos. Tú más o menos lo mismo. Cuánta cortesía. Te llamo por tu nombre y tú me llamas por el mío. Te interesas por el motivo por el cuál he venido de España, me preguntas como es la vida allí, alabas mi acento que te recuerda al de tu abuelo, allá en Colombia. Yo respondo lacónicamente por que no se me escape sincerarme contigo y explicarte que soy un individuo perdido, errando de un lugar a otro . No vaya a ser que te confiese algún día que soy un pobre hombre que no merece tu sonrisa o que tú eres una mujer lo suficientemente desconocida como para que te recuerde. Que esto no existe, que todo pasa y nada queda, que todo se convierte en cenizas. Y así se pasa mi enésima oportunidad de iniciar contigo una conversación que no llevará a ninguna parte.

Sé que es mejor así.

jueves, 22 de noviembre de 2007

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Carta a Bush

Querido Bush:

Te escribo desde una punta de este hermoso y gran pais cuyas riendas con tan buen tino has tomado en tus manos de dirigente mundial. El motivo de esta carta, querido Bush, es contarte que la gasolina ha subido ya a los 3,19$ por galon, cuando yo recuerdo haber repostado a 2,68$. ¿Vas a dejar, querido Bush, que la sangre que corre por las venas de este pais se vuelva mas cara que la leche? Yo soy extranjero, pero me siento totalmente adaptado con esta tierra e incluso me he encuadrado dentro de una especie de juventudes hitlerianas que han montado en la escuela donde trabajo, por lo cual creo que tengo derecho a exigir algo. Quiero disfrutar de la libertad que se respira en este hermoso pais de las libertades, la democracia y los derechos civiles. Ademas, el cambio del dólar no me es favorable, por que ahora por cien dolares apenas te dan 70 euros, y pierdo dinero al volver. Estoy preocupado, querido Bush, por que un señor que se llama Everardo me ha confirmado lo que me temia y no queria confirmar: No cobro el verano. Conozco la premisa tan americana: Si no curras no cobras. ¿Vacaciones pagadas? ¿Paga extra? ¿Lo cualo? Ahora, querido Bush, ya se que voy a cobrar durante diez meses, y el verano ahi me las apañe. Ya se que el resto de profesores se pone a currar de cualquier cosa, y que como el resto de los americanos, a quienes tanto admiro, NO hacen vacaciones NUNCA. Ya me he propuesto ahorrar, querido Bush, pero me veo apretado, puede que ni siquiera vuelva a mi pais de nacimiento y me quede en mi pais de acogida a currar para levantar este inmensdo y gran pais de las libertades.

Eso si, querido Bush, todo se podria arreglar facilmente. Por eso te pido que invadas Irán. No se que estas esperando: tienen la bomba atomica, y por si fuera poco son moros y por tanto malos. Eso seria la solucion perfecta. No pido nada muy dificil. No pido que pongais las tildes en los puñeteros computers, que no costaria nada, no pido la ñ. Solo te pido: INVADE IRAAAAAN PARA QUE SUBA EL DOLAAAAAR!!!!!!!

He recibido este mail


Dear JMC MIDLLE SCHOOL Family,

Oh, give thanks to the Lord, for He is good! For His mercy endures forever.
-I Chronicles 16:34




A PRAYER FOR NOVEMBER

Bless this food spread out before us,
bless our family; home and friends;
What a privilege to thank You
for Your grace that never ends.

'Tis the season for Thanksgiving,
for Your grace upon our lands;
In our hearts we are rejoicing
For the blessings from Your hands.

I pray that all and family, have a Blessed and Happy Thanksgiving, whether at home or away and that you are safe and sound in your travels.
Que puedo añadir?

martes, 20 de noviembre de 2007

Happy Thanksgiving


No me habia dado cuenta antes. Veia los pavos enormes en la nevera especial para pavos enormes que han instalado en el Publix (sacrificando el espacio dedicado al Hummus y similares) y si, sabia que llegaria. Pero aqui las cosas llegan como mucho antes, todo es expectacion. Por ejemplo, ya venden cosas de navidad por todas partes, con sus muñequitos que hacen ruiditos y campanilleos varios la la la. Yo creo que acabas tan atorado que a veces no te das cuenta de las cosas (de las cosas verdaderamente importantes, que diria aquel)


Pero esta mañana he abierto mi cuenta de correo en el mail del distrito escolar (superimportante para enterarse de las chorradas del Spirit Week y otras similares, no vayan a cogerte con el paso cambiado) y me he encontrado la bandeja de entrada rebosando de mensajes. Todos los mensajes habian sido enviados por otros profesores de esta escuela, a muchos solo los conozco de vista. Es lo que pasa cuando aprietas el boton que dice Send to all staff.


Pues bien, en todos los mensajes me deseaban Happy Thanksgiving, todo ello aderezado con los mejores deseos para mi y mi familia (sic) en este dia tan especial. Y hay una cosa que me jode bastante: para mi no es un dia especial; tampoco tengo familia (aqui) pero eso es lo de menos. No es un dia especial, es una tradicion a la que no le veo la gracia, y sin embargo, me fastidia pensar que ese dia va a estar todo cerrado, nadie por ninguna parte, y yo voy a estar en plan solanas en casa por no gastar durante todo el megapuente.


Tendre que ir a la playa o algo. O dedicarme a poner las tildes en este post.

lunes, 19 de noviembre de 2007

SPIRIT WEEK

Por fin otro estupendo espectáculo tan propiamente americano. Se echaba en falta, por que llevábamos lo menos ya tres semanas sin patochadas, y eso es demasiado para mi pobre alma americanizada. Queremos espectáculo, queremos circo, queremos corear eso de paladins paladins, queremos ser el pueblo elegido, queremos música y conferenciantes en plan catarsis por que queremos sentirnos unidos en lo más profundo, sentir los invisibles lazos que nos relacionan a todos con todos, que nos hermanan fraternalmente en plena comunión de almas.

No hay duda de que los administrators de la escuela han captado esa necesidad, ese síndrome de dependencia que corre por nuestras venas. ¿Cómo podían ellos ser ajenos nuestra menesterosa súplica? ¿Cómo iban ellos a permitir que padeciéramos la mísera penuria de aquellos que no tienen una comunidad, grupo o tropa a la que afiliarse, en la que sentirse parte integrante? ¿Como iban a dejar nuestras almas paladinescas sin su alimento espiritual en forma de oración conjunta de reafirmación convencida a grito pelado? Para saciar nuestra sed los administrators nos han regalado con el Spirit Week.

La primera noticia llegó a mis oidos en uno de esos toñazos de Faculty Meetings a los que por mis pecados en otra vida anterior me castiga el destino. Lo escuché, estupefacto, -¿Spirit Week? ¿Lo cualo?- temiendo que fuera algo de ponerse a rezar a coro, alzando los brazos, como sale en la tele y llevándose después las manos a la cara para darnos un baño de divinidad mientras musitas thanks God, gracias al altísimo por permitirme ser un paladín, Dios mío, Dios mío, gracias, oh, me corro de gusto, sí, oh, my Lord.

Pues no. No del todo.

Se trata del School Spirit, porque hay que sentir que tu unión con esta escuela va más allá de lo mundano, de la triste superficie de este valle de lágrimas, sentir los colores, sentir tu afiliación, eres parte de algo importante, niño ¿ACASO NO TE DAS CUENTA DE LO QUE ESO SIGNIFICA? No te pienses que solo es un emblema en tu polo de escolarizado impúber uniformado NOOOOOO, ESO SÍ QUE NOOOOO. Formas parte de algo ultraterrenaaaaal, siente la fraternidad, caminemos juntos hacia el emocionante objetivo común, el objetivo de ser la mejor escuela del distrito, del país, del mundoooooo. Eres un paladín, grítalo a los cuatro vientos, con orgullo inmenso e inconmesurable, con animoso brío, que se oiga, que retumben espiritualmente las paredes de tu espíritu: PROUD TO BE A PALADIN (y que se mueran los feos).

¿Y yo? ¿Soy yo acaso digno, por mis muchos pecados no solo en vidas anteriores, soy acaso digno iba diciendo, de aspirar siquiera pensar besar el suelo por donde pasan orgullosos los paladines? ¿Es acaso posible que este humilde españolucho pueda sentir el goce extraterráqueo de poder portar en su inmerecido pecho el sagrado emblema paladinesco?

PUES RESULTA QUE ME HAN INTEGRAO. Ahora soy parte de ellos. Me han abducido. Ahora mismo llevo puesto el polo con el emblema, y siento como sus colores (copper and blue) van penetrando en mi corazón. Se parece un poco al polo de la infame SEAT, todo hay que decirlo, y raspa igual.

Por lo visto, yo resulta que ya era miembro de la comunidad desde antes, lo que pasa es que al no haber Spirit Week, pues claro, yo no sentía el Spirit de la escuela como lo siento ahora, que Dios me perdone. Ahora sí, y agradezco a los administrators haber puesto los medios necesarios para mi dócil conversión. ¿Qué tengo que hacer? Pues asistir a la especie de misa en la cafetería. Para empezar, en el día de hoy los niños que pagaban tres dolaracos adquirían el derecho a llevar gorros de colores durante todo el día. ha sido fenomenal, me he regocijado de alegría al contemplar esos pelucones de Marilyn Monroe, esos gorros de Goofy comprados en Disneylandia, esos sombreros vaqueros, esos gorros de piratas del caribe tercera parte, esas caperuzas de Santa Claus, como no. Y yo estaba ahí en mi clase, soltando el rollo de todos los días, que a veces cuando me giraba de estar escribiendo en la pizarra y veía a una niña con ungran pelucón rosa me daban ganas de ponerme energúmeno y gritarle que a ver qué coño es eso, pero entonces me acordaba QUE ESTAMOS EN EL SPIRIT WEEK, OSTIAS. Y los niños han pagado para llevar esos gorros chorras, lo mismo si les digo que se lo quiten, van los muy cabrones y piden que les devuelvan el dinero, lo cual iría en menoscabo de la recaudación que ha hecho mi bienamada escuela, cuyo emblema colorea orgullosamente mi pecho. Después hemos llevado a los niños a la cafetería.Y ahí por fin hemos podido corear a gusto lo de que somos paladins. Pero aún hay más.

Por que ahora no solo somos Paladines. No. Ahora además, los profesores se dividen en teams. Los teams tienen nombres de dragones y mazmorras, en plan medieval-juego de mesa: Wizards, Knights, Jerks, otros más que no me acuerdo, y finalmente Dragons, que es al que yo pertenezco como paladín integrado que soy. Los niños que cada profesor tenga en su Homeroom forman parte del team al que pertenece ese mismo profesor. ¿Cuál es nuestro objetivo? GANAR GANAR GANAR. No hay otra cosa. Y solo puede quedar uno vivo. Un team ganará, y su premio no será casarse con la princesa si no un Pizza Party, ah, y una Fieldtrip (excursión) para ver al Mouse. Una ovación cerrada y entusiástica inunda el salón de actos. Ver al Mouse, oh, que gran ilusión. ¿Quién es el Mouse? ¿Un ídolo pagano al que hay que adorar? Poco le falta. Mouse es el apellido del simpático y dicharachero Mickey. Traducción: excursión a Disneylandia con todo incluido. ¿Qué hay que hacer para ganar? Tener la mayor asistencia (recordemos que el distrito paga a la escuela por la asistencia) y el menor número de Detentions y Referrals. Un arma de doble filo, por que yo ya he pensado que con tal de ganar voy a empezar a empapelar de Detentions a los niños de los otros teams, ja ja ja (risa malévola). Hay que ganar, hay que ganaaaaar. Esto se parece a eso de tigres tigres leones leones todos quieren ser los campeones. Nos falta Torrebruno (tranquilos, hay un candidato).

Y para evitar la perniciosa y diabólica anarquía, tenemos un Team Leader, faltaría plus. Se me estremecían los pelos todos al escuchar a mi bienamada Líder de mi bienamado Team. Los niños Dragons estaban a la derecha, y los miserables Wizards, que todo el mundo sabe que no van a ganar ni un paquete de pipas, a la izquierda (que es el lado malo). Y mi bienamada team Líder, pertrechado con un gorro que antes de mi conversión espiritual hubiera calificado de ridículo hasta la extenuación (eso antes, por que ahora me parece sublime) cantaba con ritmillo When I say Dragons you say win. Dragons – Win – Dragons – win -when I say Dragons you say win - Dragons – Win – Dragons – win... y así hasta el infinito (o casi). Por poco se me saltan las lágrimas, joíos dragones.

Pero esto no acaba, (por que es para toda la week). Mañana tenemos el Turkey Bowl, ogh, que ilu. Apenas podré dormir esta noche, ansiando que llegue el día de mañana.

Y vosotros, los que leéis este blog...vosotros me dais pena. Por que yo soy Paladín y vosotros... VOSOTROS NO SOIS NADAAAAAAA.

domingo, 18 de noviembre de 2007

viernes, 16 de noviembre de 2007

Canadiense tenía que ser

¿Qué? ¿Como va el frío por la vieja Europa? ¿Chungo?

Pues aqui disfrutabamos de sus buenos 80 grados (Fahrenheit, como no) y resulta que esta mañana he salido con la camisita de manga corta, en plan acalorado de la vida (como todos los dias) y me ha venido así como un viento helado de los que cortan la respiración. He pensado: A VER SI ME VOY A TENER QUE COMPRAR UNA CHAQUETA Y TODO, OSTIAS.

¿A qué se debe esta repentina bajada de las temperaturas? Segun me han informado, es un viento canadiense. Los vientos canadienses es lo que tienen, que te pilla uno y te pones a temblar. Esos canadienses no se lo que se han pensado enviandonos sus vientos. Ya aqui se les tiene mal considerados por ser unos snobs europeistas, y ellos, para arreglarlo, nos envian sus vientos.

Muera Canadá!!!!!

jueves, 15 de noviembre de 2007

Y no era guapa

No era guapa, pero tenía ese halo de sexualidad despierta y vibrante que solemos denominar con expresiones del tipo tiene un polvo. Eso es así, señores. Estábamos en el Buck 15 tan tranquilos y viene esa y se pone a follarse una vitrina al compás de la música, podría ser Franz Ferdinand, da igual, por que ella calentaba braguetas con cualquier ritmo sincopado o asincopado. Visto que en su papel de Go Go encima de una mesita no obtenía la suficiente atención, se dedicó a castigar a golpes de pelvis el cristal de una vitrina. La amiga minifaldera le hacía los coros culeando con ella. Las cuatro de la noche en el Buck fifteen, se puede esperar cualquier cosa, pero cualquier cosa. Es un antro alucinante, para volverse loco, el lugar más divertido que he conocido. Solo con lo que ponen de música ya tendrías bastante, pero luego además es que hay cada personaje que flipas. Demasiado alcohol. Drogas no, ya se sabe, say no to drugs. Y la tía follándose el cristal con tantas ganas que casi se le sale una teta del apretado top negro probablemente adquirido a precio irrisorio en un Flea Market. No resultaba gracioso, si acaso bizarro, que es una palabra que uno puede utilizar pocas veces, y se agradece que situaciones como esta te la traigan a la memoria. Bizarro pero en su acepción anglosajona, oiga. Luego se baja de la tarimilla, se sube un ‘poco los pantalones, que con tanto meneo se habían descolocado, y sigue bailando. Pilla a un pavo con cara de cansado. Un gesto como diciendo agobio de tía, ostias ya. Le sienta en un taburete y le dedica el espectáculo strip de pedorrilla de barrio chungo, probablemente del North West. A las del North West las catas enseguida, es otro mundo. Mucha pelvis que viene y que va, mucho meterle las tetas en la cara, mucho culeo arrítmico y frenético, y los brazo aquí y allá. Para grabarlo. esto es el circo del Buck fifteen, dónde cada noche es diferente pero siempre sorprendente, y si les da la gana te mezclan Prince con Marilyn Manson y se quedan tan anchos. El carapanoli le pega un amistoso palmotazo en el culo. Uy, terrible. No sabes lo que has hecho, chaval. La señora pedorra de discoteca se detiene indignada. Se acerca en plan Gilda y le suelta una bofetada de mosquita muerta, pero bofetada al fin y al cabo. Desaparece y vuelve al rato, se vuelve a subir los pantalones y tararea una de Morrisey mientras empieza con lo suyo. Atención. ATENCIÓN. ALERTA ROJA. CARGUEN TORPEDOS. TENIENTE COMUNIQUEME CON EL ALTO MANDO. RECTIFIQUEN TRAYECTORIA, SAQUEN EL PERISCOPIO. LA PEDORRA NOS HA DETECTADO EN SU CAMPO VISUAL. PREPAREN MANIOBRA EVASIVA. ¿QUÉ PASA CON ESA LLAMADA AL CUARTEL GENERAL?
Me ha visto. Nada me puede salvar. Me veo abofeteado a la mínima. Me señala con el dedo y lo mueve con un gesto como de ven p’aquí que te vas a enterar. Y uno, que es muy hombre y muy torero se acerca meneando las caderas como el que no quiere la cosa, a ver que hubieras hecho tú. Subyugado por la imagen de sus tetas casi saliendo ya del escote me voy hacia ella, me agarra del cuello, se marca un combo de golpe de pelvis, meneo lateral-circular y restregamiento de senos. Luego se separa, me pone la mano en el pecho, y... alucina. O sea, si es que estábamos en el buck fifteen, que lo que no pase allí no pasa en ninguna parte. Me pone la mano en el pecho Y ME EMPUJA CON TODAS SUS FUERZAS. Y yo ahí como una nave sin control, en el espacio estelar, chocándome con varios cuerpos que frenaron mi retroceso. Pues vaya. Yo no entendía nada. Luego se va para Colordiesel y pienso, pues vaya. Le agarra del pescuezo, le monta el mismo numerito y le empuja también. Ole con el salero y el poderío de las mujeres que empujan sin ton ni son. Yo me peto de risa. Me parto el culo. Me parece superfunny de la death. Luego se va para otro, le agarra, le restrega y lo empuja, y luego otro que ingresa en la cofradía de los empujados. ¿Y NADIE LE PEGA UN SOPAPO BIEN DADO, DE ESOS CON LA MANO VUELTA? Pues no. Y encima me percato de que vuelve. Será esta puta mentalidad masculina, pero cuando veo bambolear esos cántaros de miel, se me obnubila la razón y me dejo hacer, sabiendo que me va a empujar otra vez (con la esperanza de que pasara otra cosa, ¿No hemos quedado en que esto tendría que ser imprevisible?) Pero no, que coño. Me empuja con todas sus ganas, que yo ya iba preparado para resistir y aún así anda que no con la tía. O toma muchos Corn Flakes o es que en el North West hacen cursillos de esto. Mientras intento evitar caer dando un culazo muy poco estético pienso que esto de las relaciones entre hombres y mujeres es algo muy complicado para que un ser humano pueda entenderlo de buenas a primeras. Cuando me repongo, Colordiesel me dice que si viene a por él intente aguantarlo por detrás. Tenemos miedo. Nos vamos escabullendo de un lado a otro, pero el local es pequeño, y estamos en la zona de los sofás. De ahí no se puede salir. Nos volverá a pillar más tarde o más temprano. Y nos pilla. Primero a él y luego a mi. Y esta vez me digo, vale, pero esta vez le tocaré las tetas. Y sí, le pase una mano vergonzante por el perfil pechuno, para qué habré hecho nada, por que fue como apretar el botón de ignición y salir hacia atrás disparado. Gracias a que Colordiesel me frenaba, que ya habíamos pactado eso. Enfadada, me gira la cara (¿decepción por no verme caer?) Y se va –tras pasar por unos cuantos empujones a unos cuantos individuos más- a por un chavalín con pinta de sietemesino que muestra una sonrisa de ingente felicidad (tipo Willy en Impacto viendo las tías bailar) en plan garrulo excelso, pecando de ingenuidad. En el lado en que estamos se crea una cierta expectación por saber como empujará a este. Él no se imagina nada, está flotando, viviendo su sueño. Y ella empuja con garbo y garra, de tal manera que el sorprendido panoli se desplaza hacia atrás, tropieza con el brazo de un sofá y cae a peso sobre le mencionado sofá. Si llega a ser una mesa baja de las que hay por ahí lo mismo se desnuca y se nos muere, pero por suerte ha caído en el sofá, nada que temer. También es suerte que una tía que estaba sentada fuese avisada por una amiga y se levantara enseguida. Suena Red Hot por los altavoces. Después de eso vuelve pero ya nadie quiere saber nada de ella Viene a por mi y la aparto, le agarro los brazos para que no se me cuelgue del cuello, aunque ella porfía por agarrarse a mi. Sopeso la posibilidad de darle un cachete. Está muy enfadada por que nadie le sigue el juego, coge el bolso SUPERINDIGNADA y se va (la amiga detrás, corriendito).

Que difícil es entender a las mujeres.

Triptico nocturno de Miami y sus alrededores

La noche se abre como un río oscuro e inerte, apenas desgarrado por los faros del coche. La ciudad es un cielo estrellado, un mar muerto. En la US 1 resplandece el drugstore abandonado como una isla en la inmensidad oscura y lejana de un mundo que no existe. Música de ascensor con profusión de ocarinas y pianos, lechosa fluorescencia, el relajante orden de las estanterías repletas de coloridos envases y envoltorios. La chica rubia deambula de un pasillo a otro. Viste unos shorts y una camiseta y calza unas sandalias que aquí llaman flip – flops. Es guapa, es joven, y tiene un gesto en la cara como de no haber dormido desde hace semanas. La suave ondulación de su pelo trigueño, la inmaculada limpieza que transmite, su piel de cobre. Parece un ángel perdido. Se detiene ante mi. Me pregunta por las neveras. Las tenía delante. I don’t know where I am, se disculpa suavemente en un susurro. La observo perderse entre los pasillos, como un fantasma, eternamente detenida en el bucle de un drugstore de noche, donde acabamos los que nunca encontramos nada, el ángel caído, el yonqui tirado en la puerta, la mujer desaliñada que habla sola. Se hace difícil salir de nuevo a la oscuridad.


South Beach como una gran panza lóbrega y cerrada en sus calles más recónditas, dónde nada existe más que lo que está detenido. Alton Road, y tras ella la quietud parcamente iluminada, macilenta, irreal de sus edificios extraños, eso que llaman Art Decó. Después salimos a las venas más resplandecientes, al escaparate de luz y movimiento, como una gran maquinaria que nunca se detiene, en cada uno de sus engranajes. Rolls Royce, taxis amarillos, diosas carnales del pecado envueltas en su halo de perfume y brillantina entre los puestos de pizzas y los antros donde hacen tatuajes. Retumban cien músicas diferentes, se mezclan con el ruido, la rutilante película proyectada sobre las calles. La noche sabe a cerveza y a güisqui, suena U2 en el Pub irlandés, se vuelve a sumergir en la penumbra azulada en el Lost World. Sobre el tapete verde de las mesas de billar ruedan las bolas de colores, sin detenerse jamás. La chica del escote infinito baila sobre una tarima. El mundo empieza y se acaba entre Washington Avenue y Lincoln Road. En el Laundry, donde la morena impetuosa se acerca a pedir fuego y cierra los ojos mientras baila, removiendo el aire a golpes eléctricos, en el Buck 15, donde la cerveza se derrama ya sobre los vestidos de noche de las muchachas rubias y delicadas, ahora ya muñecas rotas, flores tronchadas, el rimmel algo corrido, la falda algo arremangada, el gesto algo perdido.

Me deslizo, simplemente. Largas franjas de asfalto que se entrecruzan, se parten, serpentean. La noche clarea ya por entre los rascacielos del Downtown, fundida aún en sus contornos en su soledad infinita, abismal. Las máquinas de autoventa del Metromover, me regalan una dorada moneda de dólar. La observo y la guardo en un puño, decidido a hacer de ella un amuleto. Los rieles suspendidos entre los gigantes de asfalto me transportan a ninguna parte, desde donde, con suerte, puedo ver un recorte de la bahía, el reflejo de la ciudad entera en sus aguas.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Sexo


Cuando yo era niño tenía una novia que se llamaba Judith, pero ni ella ni yo sabíamos que éramos novios. Yo recuerdo muy poco por que éramos muy pequeños, creo que estábamos en primero de EGB. Íbamos al cole cogidos de la mano, y nos dábamos un besito al despedirnos para ir a nuestras clases.

Para que un alumno pueda transitar por los canosos pasillos en horas de clase es menester que disponga de un pase firmado por un profesor. Yo tenía un libreto de pases que me dieron en la office. Son unos papeles amarillos que hay que completar y firmar, por lo que creo recordar, y digo creo por que a mi pronto me desaparecieron, supuestamente hurtados por alguno de mis adorables alumnos. ¿Por qué? Su valor es incalculable en el mercado negro. Si lo llego a saber antes, los vendo yo mismo, que ando mal de fondos.

Todo se pierde en una nebulosa, vagos recuerdos ya casi perdidos, enterrados bajo el peso del tiempo. Los padres de Judith se mudaron, como en las películas. Se fueron a Tortosa, y cuando veo ese nombre escrito en alguna parte, me acuerdo del camino al colegio, las batas azules, las franjas amarillas y negras de los lápices. ¿Jugamos alguna vez a médicos? Pues no, eso pasó después y con otra niña, ni me acuerdo ya de quien era. Tenía braguitas de color rosa.

El uso fraudulento de estos papeles amarillos es evidente: niños que llegan tarde a clase con el papel en la mano, firmado por otro profesor, a ser posible de otro pasillo (el lector perspicaz habrá comprendido que la firma es falsa) Así, a la señora C., a la que también le han desaparecido los pases de pasillo, como a tantos otros, le viene un profesor diciendo que hay una niña que viene tarde a su clase y siempre trae partes firmados por ella. Ahí descubren el hilo donde empiezan a tirar.

Pasa la vida pasa, y llegamos a un domingo; creo que era domingo. Yo tenía doce o trece años. Pensé que estaría bien sacar del cajón los airgamboys y los clicks. Tenía sólo tres airgamboys, uno gladiador, con su casco, un astronauta con pistola láser y un centurión romano. Los demás eran esos chungos clicks de playmobil, qué cosa más guarra. Los airgamboys contemplaban las mesnadas de enemigos–esos rubios pequeñajos- desde lo alto de la estantería, y se lanzaban a mandobles con todos ellos, triunfando siempre, por supuesto, pese a ciertas dificultades circunstanciales debidas a la perfidia de sus oponentes. Pero aquel domingo, mientras colocaba los clicks que pronto –lo sabía- debían ser defenestrados, me sentí extraño. Me di cuenta de que aquello ya no me divertía como antes. Salí de la habitación y me puse a ver la tele, preocupado. ¿Me estaba haciendo mayor? Luego pusieron el coche fantástico y me abstraje de mis profundísimas reflexiones. Un año después, más o menos, estaba en un descampado fumando a pachas un ducados que Pedrito le había robado a su padre.

El viernes la señora C. y yo salimos de la hora de detenciones (castigo que consiste en obligar a los niños a quedarse una hora más en el colegio) y por los pasillos me cuenta lo que ha sucedido con la mencionada niña. Un profesor encontró una nota escrita por la susodicha y la leyó (yo nunca las leo, no vaya a ser ilegal o algo así) La nota relataba en términos procaces los pormenores de las relaciones sexuales que por lo visto mantenían la niña y un compañero en el lavabo del tercer piso. O para ponerlo en claro: se ponían a follar como conejos en el lavabo. Dos niños de doce años. Y según la nota, les quedaban pocas cosas por probar, por que lo habían hecho “por delante, por detrás y con la boca”

Entre séptimo y octavo, el trío calavera que formábamos Ramón, Pedrito y yo, íbamos a fumar a una especie de zanja, algo así como una riera que había al poco de salir del colegio, en dirección a Marianao. Recuerdo un eucaliptus gigante que había cerca. Un día quedamos con dos niñas de clase: la Rosa y la Montse. Mientras las esperábamos en el escondite, encendiendo un cigarro con unos fósforos, discutíamos sobre si debíamos meterles mano a las niñas o qué. Ahí salió la idea de que les enseñáramos el miembro a las niñas, y luego a ver qué pasaba. Ni que decir tiene que nos veíamos ya desvirgados. Por que todo el cole, pero TODO EL COLE sabía que la Rosa era muy puta, por que se había enrollado con el David Suela, y el David Suela asegura que le había tocado las tetas y el culo POR DEBAJO DE LA ROPA. Eso además de muchas otras cosas que se decían y que a ella no parecían molestarle si no que más bien fomentaba las habladurías. ¿Y qué decir del día que vino al cole con pantalones de cuero? ¿Y cuando se hizo la permanente? ¿Y cuando se empezó a maquillar? Total, estaba cantado. Vinieron y tal. Fumamos dos cigarrillos más, y ahí fue dónde descubrí que había que tragarse el humo, por que Rosa, que era ya una mujer de mundo –en ciernes, al menos- nos aseguró que así era. Y nosotros acabamos tosiendo como condenados, claro. Luego ellas se sentaron a nuestro lado, sentía el calor de aquella niña, el leve contacto de su brazo con el mío, y pensaba, muy preocupado ¿Esto como se hace? ¿Me la saco ya o qué?

Para eso necesitaban los pases de pasillo, para irse al lavabo de la tercera planta. El lugar parece ideal, por que en esa planta no hay más que tres clases, el resto son aulas vacías. Y ahí, resguardados y olvidados del mundo entero y con el pase especial en el bolsillo de los pantalones arremangados, se ponían a follar a gusto, a follar como niños o como ángeles, sin complejos ni dudas, sin timidez ni amargura, sin arrepentimiento ni remordimientos, inocenntes y emocionados cual Adán y Eva.

Pasado el rato Rosa y Montse, tras cuchichear algo, dijeron que se iban. Y no sé como pero al final, viendo que se levantaban dispuestas a marcharse, no sé si fue Pedrito que se bajó la bragueta, y hala, claro, yo no podía ser menos, así que nos pusimos ahí en plan exhibicionista. Que ellas se quedaron contemplando la escena, no diré que dantesca pero sí curiosa, y se fueron, como habían anunciado, pero más nerviosas, algo apresuradas. Se habían llevado el paquete de Celtas que teníamos. Tuvimos que fumarnos una colilla que habíamos dejado tirada. Ahora lo recuerdo y pienso: éramos niños de barrio.

El profesor en cuestión puso la nota en conocimiento de la dirección. A todo esto recordaremos que la niña no sabía que su nota había sido hallada, y seguía con su costumbre de subir al lavabo de la tercera planta a encontrarse con su amante. Cogidos de la mano el imberbe amante y ella entraron en el lavabo, se besaron. Pronto se dieron cuenta de que ahí les estaba esperando una caterva de adultos con gesto adusto. Supongo que entonces entendieron que la habían cagado, que les habían pillado, la gran debacle.


Después de aquello ni Rosa ni Montse quisieron volver a quedar para fumar en la riera. Ni fumar ni nada. Después todo cambió, nos despedimos del colegio, con sus vallas rojas, su patio y sus mesas verdes. Yo fui al instituto. Seguia bien los cursos, salía con los amigos (basurillas) los fines de semana y muchas tardes, hacíamos excursiones por el campo, quedábamos para jugar al ping pong en el casal, o nos juntábamos en la biblioteca. Por aquel entonces era obligación que te gustara una tía. Yo elegí a Sonia Cerezo, que me parecía estilosa y como muy madura –tenía tetas- y pasaba horas pensando a ver qué podía decirle, con qué tono y desenvolvimiento. Total para nada, por supuesto, por que no sabía como continuar. Y pasó el tiempo, y siguió pasando.


Una vez atrapados, los amantes fueron llevados al despacho para el juicio sumarísimo en presencia de jerifaltes. Se llamó a las madres. Me las imagino ahí, llorando de rabia por lo puta que le ha salido la hija. Eso la madre de la niña. La madre del niño, pues bueno, como en todas partes, un machote. Los niños reconocieron su culpabilidad. Repito, reconocieron su culpabilidad, por que a partir de entonces, ya serán culpables. Puede que dentro de unos años alguien venga a decirles, con ese aire de persona desenvuelta y desacomplejada que todos conocemos, que hay que tomarse el sexo como algo natural, oyes. Pues por lo pronto, ellos son culpables. Culpables por que, tal como confesaron, lo habían hecho por delante, por detrás y con la boca. Y a su edad ya intuían claramente lo que les estaban diciendo en aquel despacho: que eran culpables como nadie podía serlo, que la suya era una mancha grande y vergonzante, sucia, indecente, impúdica. Culpables de su mutua desnudez, de su contacto, de sentir el calor del otro, el tacto, la intensa sensación de sentirse unidos. Culpables por que les molaba hacerlo, hacerlo por delante, hacerlo por detrás, hacerlo con la boca, hacerlo simplemente, hacerlo como dioses en una nube, hacerlo sin medida y sin control, sin edad suficiente ni permiso de las autoridades competentes.


Para un adulto follar no es lo mismo que para un niño. Los adultos hacen el amor o follan, o echan una canita al aire, o se dejan llevar por la pasión, o tienen una aventura. Y follan por compasión, por pena, por venganza, por morbo, por probarse, por demostrar y mostrarse, por desahogarse, por no sentirse solos y miserables en la inmensidad de la nada. Follan por que hay que follar, por que es lo que toca, por sentirse vivos, por que lo echan de menos, por sentirse queridos, por que les quieran, por un paseo en coche, por gratitud, por dinero, por pasar el rato, por gimnasia, por despecho, por cumplir, por nostalgia, por vicio, por no perderte cariño mío, por que el tiempo se va y no sabemos dónde escondernos. Follan y follan, y todo se convierte en ceniza, y calibran cada polvo, lo valoran, estiman las variables de ritmo en cada empuje, la postura, la profundidad en la penetración, el tamaño y forma de piel y carne. Se atan, se tapan los ojos, se visten de cuero, se disfrazan, llenan la bañera de espuma, se documentan en libros, visionan vídeos, se rompen la ropa interior, se clavan la palanca de cambios en la espalda, se ponen bolsas en la cabeza, se tiran de los pelos, se pegan, se clavan pinzas en los pezones, se escupen y se mean encima, se toman pastillas, se ponen anillos vibratorios, se filman y fotografían cubiertos sólo con máscaras.

Pero no eran los únicos. Puedo comprender su delación, los motivos que les llevaron a hacerla, a pesar de todo. Ya no eran inocentes, si no seres indignos, en el mejor de los casos chiquillos que se habían equivocado, se habían propasado. Nunca más serían inocentes. Había otros que tampoco lo serían: no eran los únicos. Había ocho personas más frecuentando aquel lavabo. Muchas veces juntos. Supongamos para qué, vamos a pensar mal y acertaremos, venga, pensemos mal, esbocemos una media sonrisa medio pérfida, un gesto de indignación y sorpresa. Todos estamos indignados. Los padres, indignados; los profesores, indignados también. La indignación recorre los pasillos del instituto, se cuela por los lavabos de todas las plantas, sobre todo la tercera.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Tarde junto al río - Más sobre el diario de Asquebud

Se detuvieron ante el batán, inmóvil ya, momificada reliquia de otros tiempos, con sus inmensos travesaños de madera, sus desvencijadas poleas. Remedios le explicó a Amanda el proceso por el que el agua empujaba los resortes que golpeaban incansablemente la piel muerta, hasta domesticarla, desbastándola. Dieron una vuelta alrededor de la precaria estructura, pasaron la mano sobre el mástil principal, intentando sentir su fuerza ya inerte. Después subieron por un sendero, cuesta arriba, dificultosamente, hasta ganar un repecho, y de ahí, apartando unas ramas, pasaron por un atajo hasta la carretera principal, justo enfrente de un recio edificio de piedra coronado por un cartel que decía Cafetería Alto Aragón. Cruzaron la calle –Amanda seguía dócilmente a Reme, que caminaba con paso firme- y entraron. Tras departir brevemente con cada uno de los pocos clientes del bar, se sentaron en una mesa del fondo, junto al ventanal que, de nuevo, ofrecía unas inmensas vistas al río.

- Somos lo que queremos ser, tenemos lo que queremos en la vida – dijo Reme, continuando de repente la conversación que habían dejado en suspenso- Todo está en nuestra cabeza, en lo que pensamos. Si piensas que el mundo es injusto contigo, que la gente se aprovecha de ti, si crees que no vales para ese trabajo, que no te mereces el amor de otra persona, que eres indigno, que nadie debería confiar en ti, que no eres capaz, que nunca lo conseguirás por mucho que te esfuerces... Si piensas todo eso, eso es lo que te sucederá, por que ya estás predispuesto, y habrá alguien que será injusto contigo, alguien que te se aprovechará de ti, y nunca tendrás un trabajo con el que te sientas satisfecho, ni podrás jamás creer en el amor, fallarás en todo lo que haces, traicionarás la confianza, el amor, el respeto que los demás ponían en ti. Te predispones, sí, eso es. De alguna manera eso es lo que quieres para ti mismo, y claro, te confirmas en eso, y dices, no, hostias, ¿Qué quieres? si eso es lo que vivo, ya he comprobado que no puede ser de otra forma, yo sé más que nadie sobre esto, a mi ya no me engañan.

De repente, se hizo el silencio, un silencio intenso, profundo, apenas mancillado por el ruido de la loza que la camarera colocaba en la barra, la máquina de café, el amortiguado volumen de la televisión sobre su repisa polvorienta, muy lejos de donde ellas dos estaban. Silencio. Remedios removió innecesariamente el café, de nuevo con la vista perdida en el río. Atardecía. Las sombras comenzaban a cubrir el pueblo de Asquebud. Remedios miró a Amanda.

- Yo era así.

viernes, 9 de noviembre de 2007

¿Apretarme las tuercas?

Poema para la Piru:

Mira, Piru, que te aviso que no pases por mi calle,
no hables con mis mujeres, ni con mis cautivos trates,
no preguntes en qué entiendo ni quién viene a visitarme,
Confieso que eres valiente, que hiendes, rajas y partes,
el gallo de los bravatos, la nata de los donaires,
que eres pródiga de lengua y amargan tus liviandades.

La piru vuelve a las andadas. Adopté la sana costumbre de evitarla por doquier. Indudablemente, como jefaza que es, me anda detrás, con sus perlas, sus frasecitas y tal. ¡Que me dejes, ostia! Aunque solo sea por que vengo de un sistema educativo que será chungo, pero dónde no se pasan el día desconfiando de la profesionalidad del sufrido docente, ni los docentes se dedican a malmeter entre sí para destacar ante la jefaza, ni se pasan el día rellenando asnocráticos formularios de currículum, planning, calendar y otras polladas para que la jefaza pueda clasificarlos bien clasificaditos.

Mañana toca desfilar en formación. Amable e hipócritamente se llama encuentro de profesores de Español, breve reunioncita. Ah, por cierto, traeros el Curriculum calendar de las nueve próximas semanas, los weekly plannings, los credits reports y no os olvideis de los assignments rosters, que los vamos a mirar un poquillo. O sea, examen en toda regla. Temblad, malditos, que me voy a traer la lupa, y pobre del vago asqueroso que no tenga uno solo de todos estos papeles. No me extrañaría que me revisaran a ver qué tengo en los cajones de la mesa de mi aula.

Así que ahora estoy acabando (llevo acabando un buen rato) no sé qué perfectamente inútiles pero perfectamente pastosas polladas de curriculum de aprendizaje y evaluación para restregarselos en las narices a la jefaza y después ponerlos en un lugar perfectamente olvidable, por que no me van a servir para nada, entre otras cosas por que me estoy dedicando a copiar el índice del libro pero con palabras superguays y superprofesionales. Un ejemplo: Conocer las relaciones semánticas entre términos léxicos con más de un significado para un solo significante: la polisemia. Toma ya.

¡Piruuuuuu voy a por tiiiiiii!

Y todo por que me han dicho por ahí que la piru me considera un ser un tanto desorganizado y reacio a la asnocracia (siempre con este estigma de outsider), que dice que yo paso de todo (oiga, que yo vengo todos los putos días a currar con estos malcriados). Así que literalmente, según dice, osea, literalmente ha dicho con esas mismas palabras que me va a apretar las tuercas.

Manda huevos.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Indeseables


¿¿¿¿¿¿¿¿PERO ESTO QUÉ ES?????? ¡YA VALE CON LO VUESTROOOOOO!


O sea, vamos a calmarnos. Resulta que me vengo a Mayami para vivir una vida diferente y tal y resulta, joder, resulta que pongo la tele americana (canal Telemiami) y va y aparece la SARA MONTIEL: ¡OSTIAS NO ME MANDÉIS LA PURRIA QUE NADIE QUIERE EN ESPAÑAAAAAAA! ¡QUE AQUÍ YA TENEMOS AL ALEJANDRO SAAAAAAANZ Y AL JULITO IGLESIAAAAAAAS! Y me pregunto con bien fundada curiosidad: ¿QUÉ COÑO HACE LA SARITA EN MAYAMIIIIIII? Ahí está, diciendo que ella es del PP y tiene carné del partido, pero que no está en contra de los gays, que hay de todo.


Y eso no es lo peor, por que para el sábado se viene a firmar libros el gran escritor tan destacado por su manera tan imparcial de contar la historia de España: CÉSAR VIDAAAAAAAL.


Si ya no iba al centro más que en finde, ahora me voy a guardar bien en casa, no vaya a
ser que me encuentre con uno de esos personajes, que solo pensarlo me da tiricia.


martes, 6 de noviembre de 2007

Insomnio


No puedo dormir. Es una costumbre que tengo desde hace mucho tiempo. Hay quien no puede entender por qué. Dormir plácidamente se ha vuelto un mito de la vida acomodada, un lujo burgués, por que los currantes de verdad se levantan a las cinco para que no les pille la caravana. Yo en cambio tengo lo que quiero, por más que no quiera. Tengo la penumbra de un cuarto con un ventilador que da vueltas y se me lleva los pensamientos, que van fluyendo en la pereza de estar cansado y no poder dormir. Y un ordenador portátil en el que escribo cuando estoy desvelado. No siempre artículos de este blog, la mayoría de las veces documentos de word con títulos como Sustantivos intermedio.doc, Test modismos.doc y muchos otros para que los niños se entretengan y no me den la vara cuando estoy en clase, amorrado a la botella (de agua) pensando, Dios, que sueño que tengo, joder.

Pero no es el mío un insomnio trascendente, ni siquiera es insomnio, que se diga. Yo creo que es un ritmo diferente e indisciplinable. Lo bueno de tener novia –ya da igual, la que sea- es que acabo durmiendo cuando ella duerme, y si no al menos me entretengo acariciándoles la espalda, la nuca y el pelo. Es bonito. Ahora en cambio estoy en la cama leyendo libros de la biblioteca West Kendall, sobre cualquier tema. Lo último es un volumen sobre la trayectoria de grandes sagas de los negocios. Menuda panda de cabrones.


Apago la luz y me pongo a pensar en vidas paralelas, gran destrozo mental a la par que afición mía de toda la vida. Me veo casado, en una playa, gritándole a un Borja que como se coma la arena voy a tener que ir a calentarle el culo, o como te ahogues te mato, y cómete el melón, y luego tu media horita para la digestión, alguna cosa de esas. Me veo, la verdad, me veo en mis vidas paralelas. Podría tener grandes volúmenes si no fuera por que voy olvidando los episodios, que no tienen una sucesión muy lógica. Y como me veo en cualquier lugar, con una o con otra, que ya te juro que todo me da igual, me pongo a pensar a ver en que coinciden todas las historias a ver si encuentro un punto en común que me indique qué coño quiero en esta puta vida, por que lo que no quiero me parece cada vez más claro que tampoco lo sé. Me duele la cabeza de tanto pensar, qué agobio. Y si miro el ventilador un rato largo ya ni me doy cuenta de que las aspas se mueven tan cíclicamente, coño, ya estoy otra vez pensando, joder.

Contenido trascendental de mis pensamientos mundanos en esta sala de espera llamada habitación (¿ciudad, país, mundo, vida terrenal?) Cada uno tiene lo que quiere. Y yo tengo un ordenador portátil en el que escribo en este blog (gracias a una conexión que no pago yo), un coche medio chungo, cuatro camisas, el derecho a pernoctar en un cuarto de un piso de alquiler y un papel timbrado que certifica mi condición de funcionario con los derechos y deberes que a tal condición se le suponen según lo establecido bla bla bla. Por que he querido, y me ha dado a mi la gana, que podría haber tenido otras cosas. Lo menos una hipoteca para pensar que vivo mal, coño, pero es por una razón lógica, ostias, no por mi mala cabeza, inquietud, desapego mundano, miedo o incapacidad para llevar una vida estable (sigamos pensando: ¿realmente hace falta?) Ah, y tengo cien dólares en mi cuenta y un cartón de Winston que ya se está acabando con eso de velar las quijotescas armas. Me levanto y me voy al baño a remojarme el rostro ojeroso tras comprobar en el espejo traidor lo vieja, gorda y fea que se está volviendo la masa de carne que envuelve mi alma insomne. Dentro de poco estaré a punto para el grecian 2000.

Ahora mismo me encantaría estar en España, tener el Stilo y recorrerme la península de un lado a otro, parar a comer bocadillos de pepito de lomo en los bares de carretera, beber coca-cola de lata y escuchar discos de Blondie, Blur y Radiohead a 150 por hora. Dentro de un rato querré otra cosa.

Ahora solo me queda esto. La noche, una habitación, un paquete de tabaco y un puñado de neuronas sospecho que defectuosas. Para mañana, esperanzas de que a la clase venga la diosa transoceánica a mostrarme el escote, la sonrisa y la mirada fulminante de prometedora y desterrada princesa del glam isleño. O al menos que pasen las horas no sé para qué.

Mi reino por un porro, un poco de modorra, soñar con cosas extrañas como toda la vida, o al menos, Dios mío, si no quieres concederme el favor del sueño, que miserablemente admito que no me he ganado, pon algo que no sean zanahorias en mi nevera.